Llevo mucho sin actualizar el blog. La última entrada que
escribí fue dura y quizá esperaba tener algo lo suficientemente feliz que
contar como para contrarrestrarla. Tal acontecimiento tuvo lugar el pasado fin
de semana, del 17 al 19 de mayo, cuando acudí con toda mi familia al Fin de
Semana Romántico de Loarre.
Siempre que acudo a algún evento literario, disfruto no solo
de lo inherente de los actos, también lo hago reencontrando a grandes
amigos/as. Pero además si todo esto se hace en un marco como es el Alto Aragón,
es aún más maravilloso.
¿Qué decir de Loarre que no hayan dicho ya algunas de mis
compañeras de letras en sus entradas blogueras? Creo que poco se puede añadir a
no ser que incluya mis propias sensaciones.
Ya disfruté durante el camino, contemplando el cambiante
paisaje al pasar de tierras catalanas a las aragonesas. Alguna que otra
construcción sobre lejanas lomas llamaron mi atención aún sin saber nada sobre
ellas. Recuerdo además que, una vez dejada atrás la ciudad de Huesca, los tres
ocupantes del vehículo, mi marido, mi hijo y yo misma, comenzamos la incansable
búsqueda del castillo del que tanto nos había hablado la organizadora del
evento: María del Mar Giménez Cuello, primer teniente de alcalde del
Ayuntamiento de Loarre y magnífica anfitriona. No obstante, no fue hasta que
estuvimos convenientemente alojados en una preciosa y enorme casa rural, que
pude gozar de su visión. Sólo puedo decir que verlo desde el pueblo, alzarse imponente
e imperecedero sobre la piedra en la que termina la montaña, es sobrecogedor.
Con el avance de la tarde fueron llegando más invitados y
asistentes al evento. Las risas, abrazos y besos llenaron de gozo nuestros
corazones ávidos de darlos y recibirlos. A todos esto le sucedió la primera de
las citas literarias que tuvo lugar en la luminosa sala de actos de la Casa
Consistorial donde, además las integrantes del jurado tuvimos el enorme placer
de entregar a Miguel Liesa, alcalde, algunos de nuestros libros dedicados a la
villa para que formaran parte de su biblioteca pública. Después de tal acto
fuimos conducidos hasta Santa Engracia, pueblo muy cercano a Loarre, donde nos
agasajaron con una suculenta cena a base de ensalada variada y un delicioso
cordero asado en Horno Árabe.
El sábado llegó la cita que, creo no equivocarme, casi todos
esperábamos: la visita al castillo. Llegamos al Centro de Visitantes algo más
tarde de lo convenido pues ya se sabe que mover a un grupo numeroso siempre
trae retrasos. Aún así, Lorena Lucía Laguna, nos recibió con los brazos
abiertos y su preciosa sonrisa.
Aunque el día amaneció nublado y nos acompañó la lluvia en
numerosas ocasiones, no mermó ni un ápice nuestras ganas de conocer más sobre
su historia. Pedro, el guía, hizo un gran trabajo. Durante dos horas nos
acompañó por todas las estancias de tan magnánima construcción, ofreciéndonos explicaciones
interesantes sobre la vida medieval, su arquitectura, anécdotas, etc., todo
aderezado con humor inteligente. Si la contemplación del castillo desde el
pueblo me pareció increíble, la visita no lo fue menos. Jamás imaginé lo
grandioso que podía ser por dentro ni la cantidad de emociones que podía
evocar.
El acto literario de la tarde lo llevamos a cabo en el mismo
Centro de Visitantes, después de una magnífica comida con entrantes variados y
pollo al chilindrón que lograron que más de uno (y de una) se chupara los
dedos. Decir que las presentaciones de libros fueron amenas es
quedarse corto. Además de conocer las buenísimas novedades literarias de varias
compañeras, tuvieron lugar varios debates interesantes con la participación de
los asistentes.
La noche, durante la cena de gala en la Hospedería de
Loarre, nos trajo el fallo del Primer Premio de Novela Corta “Castillo de
Loarre”. Cena a la que asistieron también las tres finalistas. Se abrieron las
plicas, se entregaron premios tanto a la ganadora como al resto de las
participantes y los miembros del jurado fuimos obsequiados con una preciosa
placa que reproducía el hermoso castillo.
El domingo por la mañana nos esperaba una nueva excursión:
la visita a los Mayos de Riglos, el castillo de Marcuello y la ermita de San Miguel.
Si nunca habéis contemplado la planicie aragonesa desde el pre-pirineo,
concretamente desde el mirador de las águilas, jamás os podréis hacer una idea
de lo turbador que es darse cuenta de que no somos nada frente a la caprichosa belleza
de la naturaleza. Allí, a vista de pájaro, no puedes menos que sentirte
insignificante y caer en el completo asombro ante el portentoso paisaje que se
abre frente a ti.
Creo que hablar sobre la despedida desmerecería en gran medida la intención de esta entrada, que no es otra que animaros a que acudáis el próximo año al Fin de Semana Romántico de Loarre. No os defraudará de ninguna de las maneras. Es imposible, pues el cariño de sus habitantes, la dedicación de los organizadores y la perfección absoluta de su entorno conseguirá deleitar vuestros sentidos y que olvidéis por completo la cruda realidad cotidiana.
2 comentarios:
Soy de disfrutar cuando viajo por distintos lugares y por eso vale la pena asistir a ciudades nuevas cuando tengo la oportunidad. Constantemente a través de mis
notebooks suelo ver promociones en otros países para lograr ir de vacaciones a ellos.
Hola me gustaría comprar tu libro fisico de la raza número 4. Donde lo venden?
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