domingo, 26 de mayo de 2013

Loarre, nuestra Escocia en el Alto Aragón

Llevo mucho sin actualizar el blog. La última entrada que escribí fue dura y quizá esperaba tener algo lo suficientemente feliz que contar como para contrarrestrarla. Tal acontecimiento tuvo lugar el pasado fin de semana, del 17 al 19 de mayo, cuando acudí con toda mi familia al Fin de Semana Romántico de Loarre.
Siempre que acudo a algún evento literario, disfruto no solo de lo inherente de los actos, también lo hago reencontrando a grandes amigos/as. Pero además si todo esto se hace en un marco como es el Alto Aragón, es aún más maravilloso.
¿Qué decir de Loarre que no hayan dicho ya algunas de mis compañeras de letras en sus entradas blogueras? Creo que poco se puede añadir a no ser que incluya mis propias sensaciones.

Ya disfruté durante el camino, contemplando el cambiante paisaje al pasar de tierras catalanas a las aragonesas. Alguna que otra construcción sobre lejanas lomas llamaron mi atención aún sin saber nada sobre ellas. Recuerdo además que, una vez dejada atrás la ciudad de Huesca, los tres ocupantes del vehículo, mi marido, mi hijo y yo misma, comenzamos la incansable búsqueda del castillo del que tanto nos había hablado la organizadora del evento: María del Mar Giménez Cuello, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Loarre y magnífica anfitriona. No obstante, no fue hasta que estuvimos convenientemente alojados en una preciosa y enorme casa rural, que pude gozar de su visión. Sólo puedo decir que verlo desde el pueblo, alzarse imponente e imperecedero sobre la piedra en la que termina la montaña, es sobrecogedor.


Con el avance de la tarde fueron llegando más invitados y asistentes al evento. Las risas, abrazos y besos llenaron de gozo nuestros corazones ávidos de darlos y recibirlos. A todos esto le sucedió la primera de las citas literarias que tuvo lugar en la luminosa sala de actos de la Casa Consistorial donde, además las integrantes del jurado tuvimos el enorme placer de entregar a Miguel Liesa, alcalde, algunos de nuestros libros dedicados a la villa para que formaran parte de su biblioteca pública. Después de tal acto fuimos conducidos hasta Santa Engracia, pueblo muy cercano a Loarre, donde nos agasajaron con una suculenta cena a base de ensalada variada y un delicioso cordero asado en Horno Árabe.

El sábado llegó la cita que, creo no equivocarme, casi todos esperábamos: la visita al castillo. Llegamos al Centro de Visitantes algo más tarde de lo convenido pues ya se sabe que mover a un grupo numeroso siempre trae retrasos. Aún así, Lorena Lucía Laguna, nos recibió con los brazos abiertos y su preciosa sonrisa.

Aunque el día amaneció nublado y nos acompañó la lluvia en numerosas ocasiones, no mermó ni un ápice nuestras ganas de conocer más sobre su historia. Pedro, el guía, hizo un gran trabajo. Durante dos horas nos acompañó por todas las estancias de tan magnánima construcción, ofreciéndonos explicaciones interesantes sobre la vida medieval, su arquitectura, anécdotas, etc., todo aderezado con humor inteligente. Si la contemplación del castillo desde el pueblo me pareció increíble, la visita no lo fue menos. Jamás imaginé lo grandioso que podía ser por dentro ni la cantidad de emociones que podía evocar.

El acto literario de la tarde lo llevamos a cabo en el mismo Centro de Visitantes, después de una magnífica comida con entrantes variados y pollo al chilindrón que lograron que más de uno (y de una) se chupara los dedos. Decir que las presentaciones de libros fueron amenas es quedarse corto. Además de conocer las buenísimas novedades literarias de varias compañeras, tuvieron lugar varios debates interesantes con la participación de los asistentes.

La noche, durante la cena de gala en la Hospedería de Loarre, nos trajo el fallo del Primer Premio de Novela Corta “Castillo de Loarre”. Cena a la que asistieron también las tres finalistas. Se abrieron las plicas, se entregaron premios tanto a la ganadora como al resto de las participantes y los miembros del jurado fuimos obsequiados con una preciosa placa que reproducía el hermoso castillo.

El domingo por la mañana nos esperaba una nueva excursión: la visita a los Mayos de Riglos, el castillo de Marcuello y la ermita de San Miguel. Si nunca habéis contemplado la planicie aragonesa desde el pre-pirineo, concretamente desde el mirador de las águilas, jamás os podréis hacer una idea de lo turbador que es darse cuenta de que no somos nada frente a la caprichosa belleza de la naturaleza. Allí, a vista de pájaro, no puedes menos que sentirte insignificante y caer en el completo asombro ante el portentoso paisaje que se abre frente a ti.

Creo que hablar sobre la despedida desmerecería en gran medida la intención de esta entrada, que no es otra que animaros a que acudáis el próximo año al Fin de Semana Romántico de Loarre. No os defraudará de ninguna de las maneras. Es imposible, pues el cariño de sus habitantes, la dedicación de los organizadores y la perfección absoluta de su entorno conseguirá deleitar vuestros sentidos y que olvidéis por completo la cruda realidad cotidiana.

2 comentarios:

David dijo...

Soy de disfrutar cuando viajo por distintos lugares y por eso vale la pena asistir a ciudades nuevas cuando tengo la oportunidad. Constantemente a través de mis
notebooks suelo ver promociones en otros países para lograr ir de vacaciones a ellos.

Anónimo dijo...

Hola me gustaría comprar tu libro fisico de la raza número 4. Donde lo venden?