domingo, 17 de julio de 2011

Critica de La raza número 4, en La pistola de Einstein.

Por Salva Redón.

Traducción del original en catalán al castellano.

La escritora Raquel Barco (Córdoba, 1972, actualmente residente en una localidad cercana a Barcelona) es una «rara avis» en el panorama literario en lengua castellana. El suyo es un ejemplo de dedicación y esfuerzo que, unido a una vocación firme y a un talento innato, acaba explotando ya bien entrada a la treintena como una especie de big bang que no se sabe si llegará a tocar techo. Empleando el pseudónimo Jezz Burning, se dio a conocer en 2006 con una novela romántica paranormal, Al llegar la noche, con la cual aconteció un referente en este género de la noche al día (estrenó los galardones Terciopelo de novela romántica). La expectación que creó aquel primer título pronto se vio reforzada por la nuevas entregas de una saga que se prometía fecunda y que, a pesar del éxito agobiante, podía haber encasillado a Raquel/Jezz en un estilo bastante encorsetado. Un estilo del que Raquel no reniega —más bien al contrario, es la presidenta de Adarde (Asociación de novela romántica de España)—, pero del cual se ha desmarcado con La Raza número 4. Esta nueva obra, la primera que firma con su nombre auténtico, ha tenido tan buen recibimiento que todo apunta a una carrera en paralelo a la de Jezz, una carrera en la que Raquel Barco despunta ya no como gran escritora, sino como una de las pocas escritoras españolas que se atreve a escribir thrillers, que lo hace con vocación de best seller internacional, y que lo hace, además, sin que le tiemble la muñeca ni en una sola raya.

Eve Swan y Abel Simmons son los protagonistas de esta novela. El es un letrado que hizo que Eve terminase en la prisión después de pasar por un proceso turbio y una condena arbitraria. Años después, el padre de Abel es asesinado y en su bolsillo el hijo encuentra una foto de Eve, hecho que a Abel, en lugar de hacerle confiar en la investigación policial emprendida por el teniente Nick Parker, lo espolea a investigar por su cuenta con la ayuda indispensable de la chica. La relación entre ambos es muy tensa, pero las circunstancias los obligarán a colaborar y harán crecer la compenetración entre la pareja. Su vida está en juego, pues han encontrado documentación muy comprometedora al respecto de grandes secretos que podrían afectar a la propia especie humana. No sólo viejos mapas y fotografías sorprendentes así lo insinúan, sino también extraños objetos con poderes sobrenaturales que han llegado a sus manos siguiendo las pistas dejadas por el difunto padre de Abel. Pistas que también están siguiendo otros seres nada interesados en la supervivencia de la llamada raza número 4, conspiradores que a lo largo de la historia de la humanidad han intentado exterminarla por todos los medios. Las fuerzas del Bien y del Mal están a punto de librar una nueva gran batalla por el dominio del mundo, y Abel y Eve son una pieza clave.

La autora ha dividido el libro en tres partes, pero yo considero que solo hay dos. La primera es la referente a la presentación de los personajes y de los hechos que compondrán la trama. Esta parte está planteada como un thriller clásico, con muchos datos que van dejándose sobre la mesa —información que habrá que retener—, y una acción trepidante que incita a una lectura constante. La segunda parte es la de desarrollo del nudo hasta el desenlace. En este punto, la novela adquiere un sentido más deudor de la novela fantástica, también con mucha acción, pero mucho más inverosímil por lo que respecta a las peripecias de los protagonistas y de su entorno. Tengo que confesar que la primera parte me absorbió como hacía tiempo que no me pasaba con un libro de género policiaco o de misterio. Hay un alud de personajes y de hechos, situados en diferentes épocas y escenarios, que te abocan a una trama muy compleja, extraordinariamente intrigante, planteada con una solvencia magistral. El ritmo es constante, y los diálogos están cincelados con la precisión de un escultor sobre el mármol. Parece pensado para el cine: carne, huesos, piel y tendones del mejor “blockbuster”!... No, no es ironía. Es verdaderamente para sacarse el sombrero. Raquel se ha documentado para jugar fuerte con elementos filosóficos, religiosos e históricos —incluso el nazismo aparece en varios pasajes muy reveladores—, y gana. La segunda parte, aun así, quizá no esté a un nivel tan alto, o quizás es que a mí no me gusta una literatura descaradamente decantada a pivotar sobre elementos sobrenaturales.
La raza número 4 es, en conjunto, un libro sorprendente. Mucho más si se tiene en cuenta las circunstancias que he apuntado al inicio del artículo, porque insisto en que el caso de Raquel Barco es excepcional. Me gusta pensar que es así, y que Raquel/Jezz no ha hecho sino comenzar una carrera estelar que puede llegar a correr en paralelo a la de superventas como Javier Sierra. Hasta hay quien la ha comparado, a Raquel, con Dan Brown… Nuevamente, lectoras y lectores, no hay ni una gota de ironía en mis palabras. Yo confío. ¡Y tanto!

Puedes leer la entrada original en catalán, haciendo clic aquí.

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