lunes, 26 de noviembre de 2018

Un poco de color para el martes

Buenas tardes de lunes!

Casi todo el mundo odia los lunes, ¿verdad? A mi personalmente me gustan menos los martes, porque no son nada... Están ahí... ¿para qué? ¿de relleno? A ver: los lunes es inicio de semana, los miércoles mitad de semana (laboral claro), los jueves... mucho se ha hablado de los "juernes" y los viernes está considerado como fin del periodo laboral e inicio de los días de descanso y fiestuqui. Pero, ¿qué leches son los martes? Me reafirmo: los martes no son nada! Son una piedra en el camino hacia la felicidad, un día perdido, un día que además si cae en 13.. pues ya sabéis, ¿no?

Por eso, para darle al martes un poco de protagonismo os animo a que os hagáis con una buena lectura y le demos un poco de color a lo mustio.

Y qué mejor color que el rojo pasión!! Ese rojo pasión del corazón de la portada de la antología de relatos que ya está a la venta en Amazon.

TRAZOS DEL CORAZÓN.



¿Sabéis que haciendo clic sobre la portada podéis leer las primera páginas? ¿Sí, verdad? Mola poder catar un poco antes de comprar, pero llevo mucho tiempo en la literatura romántica como para no saber que a vosotros lo que os va es lo duro y claro en las primeras páginas poca "dureza" aparece. Así que para tentaros os dejo un extracto de uno de los relatos que podréis encontrar.

(...) Prácticamente se sintió arrastrada a la silla objeto del espectáculo. Adrián no le dio apenas tiempo de reponerse cuando ya estaba delante de ella impidiendo que se levantara de allí. Ocultando el rostro al resto de las asistentes por un momento, éste le guiñó un ojo y le brindó una sonrisa llena de picardía que Mina no supo cómo interpretar.
Comenzó entonces el verdadero espectáculo. Adrián siguió en la tónica de movimientos lentos, sensuales y acompasados, hasta que la música llegó a sus tonos más altos y, frente a las invitadas, inclinó su cuerpo antes de arrancarse el pantalón de un ademán, dejando al descubierto sus fuertes piernas y quedando su trasero, cubierto por un trocito de tela del tanga negro, a tan sólo unos centímetros del rostro de Mina. Ésta no sabía adónde mirar pues todo su campo de visión lo cubría el musculoso cuerpo de Adrián que ahora reía internamente imaginando la incomodidad de Mina.
Había esperado que el hombre no disfrutara tanto del brete en que la había puesto pero una ligera mirada de sus ojos le bastó para advertir lo equivocada que estaba: aquel maldito estaba pasándolo en grande. Bien, pensó Mina, a esto podemos jugar los dos.
Las carcajadas que Adrián guardaba para sí, se vieron interrumpidas por el contacto de unas uñas que avanzaron desde su trasero hasta las corvas de sus piernas. Ladeando un poco la cabeza vio la sonrisa malévola de Mina. De acuerdo gatita, pensó, te gusta el riesgo... a ver hasta donde llegas.
Adrián aprovechó la posición para quitarse zapatos y calcetines y después volvió a erguirse en toda su estatura. Encarando ya a Mina, abrió su camisa rápidamente y colocando una pierna a cada lado de la silla, subió y bajó el tronco a escasos centímetros de ella. Ésta lo tomó por la cintura y sacó la punta de su lengua para acercarla al torso masculino aprovechando el vaivén de su cuerpo. La erección de Adrián fue automática y arrolladora. Jamás hubiese pensado que Mina fuera capaz de aquello pero sonrió interiormente con aprobación.
A Mina, la idea le pareció buena en un primer momento, pero pronto supo que resultaría un terrible error. Tan cerca de su cuerpo podía percibir el aroma dulzón del perfume que usaba y eso la afectó más allá de lo esperado: tensando sus músculos, alertando cada una de las terminaciones nerviosas y alterándole los nervios que intentaba por todos los medios mantener bajo control.
La respiración agitada y entrecortada de Mina, acabó con el poco autocontrol de Adrián. Olvidándose de la expectación a su espalda, en su mente tan solo existían ellos dos. Sus manos adquirieron vida propia y comenzaron a pasearse por su propio cuerpo, lenta y armoniosamente hasta sus rodillas, punto de unión con el maravilloso y anhelado cuerpo de ella. Como si de un dibujante se tratara, contoneó en el aire la figura de la mujer: los muslos, el vientre, los senos, el cuello...
Mina no sentía el contacto directo, pero sí su calor amenazando con derretirla, convirtiéndola en puro fuego. Por fin, los dedos de Adrián rozaron su mentón, a la vez que él mismo la rodeaba, para acercarse aún más a ella. Aunque no podía verle notaba su respiración, cálida y húmeda en el hueco del cuello. Mina cerró los ojos fuertemente, reprimiendo la sensación que recorría por su espalda. Se humedeció los labios sin apenas darse cuenta, preparándose para recibir los de él, un beso que su cuerpo clamaba como agua para calmar la sed. Pero aquella deseada caricia no llegó.
A los oídos de Adrián volvieron los compases de la música devolviéndolo a la realidad. Intentando por todos los medios terminar lo más rápidamente posible ya que peligraba su salud mental. El juego en el que habían entrado era extremadamente peligroso para ambos.
De un rápido movimiento terminó de arrancarse la camisa del cuerpo y sujetándola con su mano izquierda, desenganchó el pequeño broche que sujetaba el tanga en la espalda, dejándolo caer al suelo. Se acercó lentamente a la mesa y se encaramó a ella ágilmente para quedar de rodillas e inclinándose hacia atrás, derramó sobre sí mismo el contenido de la copa de cava mientras la música tocaba a su fin. (...)
Extracto de Trazos del Corazón. Jezz Burning. Todos los derechos reservados. 


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