domingo, 13 de mayo de 2012

Hablemos de La raza número 4

Muchos, casi todos, los que me leéis conocéis a Jezz Burning, la autora de novela romántica. Supongo que es normal ya que empecé a publicar con este nombre hace ya seis años. No obstante y aunque en los próximos días os aportaré algunos datos interesantes sobre la Saga Licos, tal como mencioné en mi anterior entrada, hoy quiero traeros algunos apuntes sobre esa otra parte que disfruta escribiendo thirller, la que firma con mi verdadero nombre: Raquel Barco.

Hablemos pues sobre "La raza número 4"

Sintetizar esta novela en unas pocas frases me resulta complejo y creo que las personas que la han leído tienen el mismo sentimiento o al menos es una tónica común en las reseñas y críticas que han hecho. No en vano lleva la carga de 3 años y pico de investigación y documentación entre sus páginas.

Sí porque aunque La raza número 4 es un thriller en toda regla, fantástico si queréis pero thriller, casi la mitad del libro responde a datos y ambientación histórica. Es ficción, de eso no cabe ninguna duda, pero es una ficción que nace directamente de la realidad: datos, lugares, cataclismos e incluso personajes.

La estructura de la novela es también complicada. Está dividida en tres partes: el cristal, la piedra y la tierra. Esta división responde a la necesidad de no descubrir el pastel hasta el final Y vosotros pensaréis: ¡toma, claro! Pero no es tan sencillo cuando ese pastel está supeditado a unos datos completamente reales.

Necesitaba hacer bloques temporales y colocar el primero de ellos al principio. A lo largo del libro descubriréis que los capítulos impares están construidos por una línea argumental contemporánea y continua;  y los pares, de varias históricas. Y era esa parte histórica la que me interesaba dividir.  De lo contrario, en lugar de un thriller, el resultado hubiera sido una tesis doctoral de Jiménez del Oso o Iker Jiménez.

A pesar de todo tenía documentación que era imposible novelar. Algo hay que dejar para la trama contemporánea… Quería facilitarlos de un modo ameno e interesante y qué mejor que los diálogos, pero para ello necesitaba un personaje entendido en el tema y otros que necesitaran saber. Así nacieron los protagonistas del libro: Eve, Abel, Bill y el teniente Nick Parker.

Además de toda la trama que volverá medio majaras a estos personajes de ficción y que, como digo se desarrolla en nuestros días, en la primera parte, El cristal, descubriréis de manos de ilustres personajes como; el Doctor Jason Manson Valentine, descubridor del Camino de Bimini; la increíble experiencia del submarinista Ray Brown, en las profundidades cercanas al triángulo de las Bermudas; y las peripecias de un cazador de tesoros de origen español siguiendo los pasos de la arqueóloga chilena Ana María Barón en el volcán Licancabur; un objeto que ha traído de cabeza a muchos investigadores y científicos por su semejanza a las tan famosas calaveras de cristal.

En la segunda, redescubriréis a un nuevo e inquietante, si es que se puede ser más, dirigente del III Reich en la búsqueda de una pieza que ha sido representada y llamada de mil formas distintas pero que es la piedra angular de muchas tradiciones y religiones, entre ellas la católica.

La trama general gira en torno a una leyenda muy antigua, ya narrada en escritos sumerios: la existencia de Mule, Thule, Lemuria, Hiperbórea, la Atlántida... Agartha. Ciudades y continentes perdidos.

Por todos es conocido, gracias a la ciencia, que nuestro planeta está en constante cambio. Gracias a la deriva continental sabemos que existió un supercontinente llamado Pangea. Pero quienes hayan querido ir más allá sabrán que antes de este, nuestro mundo ya había sufrido muchos más cambios, abriéndose y cerrándose de nuevo, formando nuevos dibujos en la corteza sobre la que vivimos. Sería fácil pensar que sí pudo existir un antiguo continente lleno de sabiduría y tragado por la aguas. Sería fácil pensar que por eso se encuentran rastros de aquella antigua civilización en puntos tan dispares de la tierra. O que quedara sepultada bajo un blanco manto nevado…

O que, efectivamente exista una civilización subterránea, una tierra hueca, teoría con la que jugaron eminencias como el gran matemático Euler o el mismísimo Edmundo Halley y de la cual ya nos hablaron Edgar Allan Poe en 1833 con “Las aventuras de Arthur Gordon Pym” y Julio Verne en 1864.

O quizá, sólo fueron las visiones del enigmático síquico Edgar Cayce, apodado “El profeta durmiente”, quien se adelantó a muchos momentos que el mundo ha vivido gracias a sus, como él las llamó: lecturas.

Como ya he dicho, La raza número 4, es un thirller fantástico pero que estoy segura conseguirá que os hagáis alguna que otra pregunta.
Fragmento:
—Abel— repitió en murmullos, abriendo la puerta lo suficiente para entrar.
—¡Joder, Eve! ¡Me has dado un susto de muerte! —exclamó a su lado, sobresaltado.
La mujer, con los ojos desorbitados, le tapó la boca para evitar que continuara gritando:
—Calla —exigió—. Alguien ha entrado en tu casa.
Las rectas cejas de Abel se juntaron sobre su nariz y se formaron arrugas entre ellas. Asintió en señal de comprensión y Eve dejó caer la mano a un costado.
—¿Quién es? —preguntó también en sususrros.
—¿Y cómo quieres que lo sepa? No me quedé para recibirlo. Por la forma en que ha forzado la entrada dudo que venga a presentarte sus respetos por la muerte de tu padre.
—¿Y qué hacemos?
—Voy a llamar a la Policía —respondió mostrándole el teléfono, pensando ya cómo explicar su presencia en casa del abogado que ejerció de acusación durante el proceso que terminó con sus huesos en la cárcel. Se dispuso a marcar—. ¡Joder! No hay cobertura —dijo con tanta frustración por ello como por no poder expresar su enfado en voz alta—. ¿En qué mierda estaba metido tu padre, tío?
—Eso mismo me he preguntado desde el instante en que lo asesinaron —respondió con sequedad antes de dirigirse al escritorio del fondo.
(…)
Abel tomó asiento ante la mesa atestada de papeles y tecleó algo en un portátil. Supuso que era lo que había estado haciendo hasta que la oyó llegar.
—¿Qué hacemos con ese de ahí arriba?
—¿Te ha visto? —preguntó Abel alzando la mirada.
—No. Conseguí entrar en el despacho antes de que abriera la puerta; rompió uno de los cristales de la entrada. Después, cerré la estantería detrás de mí.
Abel pareció meditar la respuesta durante unos segundos.
—Entonces dudo que nos encuentre. Me he criado aquí y jamás imaginé que existiera esta habitación.
—¿Cómo saldremos? No sabemos si hay un mecanismo de apertura.
—Tiene que haberlo. Daremos con él —dijo volviendo a prestar atención al ordenador.
Eve se envaró, no demasiado conforme con aquella respuesta. Quería salir de allí, irse a casa y olvidarse de aquella noche de locos para siempre.
—Destrozará la casa —aseguró.
—Lo sé— Abel mordió las dos palabras con evidente rabia.
—Mira, tío, tú puedes tener todo el tiempo del mundo, pero yo debo entrar a trabajar en menos de dos horas.
—¿Ah, sí? ¿Y cómo pretendes salir sin saber si aún sigue ahí nuestro visitante inesperado? Quizá… No. Quizá no. Lo más probable es que vaya armado. Entonces, ¿qué? ¿Nos turnamos para hacerle de diana? —preguntó harto del constante mal humor y las imposiciones de la mujer. Respiró hondo para clamarse y trató, nuevamente, de ponerse en su lugar—. Mira, Eve, también yo tengo obligaciones, pero no podemos arriesgarnos a salir sin saber qué quiere. Podríamos ponernos en peligro sin necesidad. Tú misma has vuelto, contra tu propia voluntad.
—¿Y qué tienes planeado? ¿Quedarnos aquí encerrados hasta que el desierto se convierta en un vergel? —dijo golpeándose las caderas antes de dejarse caer sobre el sofá y cruzar las piernas y brazos en actitud infantil.
—Esperaremos un rato antes de subir para averiguar si se ha largado. Después yo te llevaré al trabajo, ¿de acuerdo? Nos dará tiempo —respondió con firmeza. Abel espero al menos un gesto de asentimiento, que no se produjo—. Dame un respiro, Eve. Intento llevar esto de la mejor forma posible, ¿vale?
—Odio los espacios cerrados —reconoció, y aunque trató de mantener un tono neutral, Abel percibió una pincelada de la ansiedad que debía de estar padeciendo.


3 comentarios:

Inma dijo...

Creo que este va a caer en mis manos muy pronto, qué ganas de leerlo... Gracias por la entrada y mostrarnos esta historia, seguro que no nos defrauda. Un abrazo!!!

ro dijo...

Gracias Raquel por esta entrada!!! Se nota que has trabajado mucho en esta historia y te deseo lo mejor!!!

Xavier Beltrán dijo...

Y yo desde aquí se la recomiendo a todo el mundo. Es una novela adictiva, con un ritmo trepidante y frenético y muy bien escrita. Los personajes son una maravilla y qué decir de la autora, un encanto.

Un besito.